He intentado desde todos los ángulos y con la paciencia de un retratista, poner en escena el universo interior de Jordi Aspa. Lo até con una cuerda para que no se moviera y así poder realizar mi tarea, pero los hombres de circo no se dejan atrapar tan fácilmente. Además, después de algunos ensayos ya no sabía si lo que estaba viendo era real de tan real que era, o era mi fantasía que imaginaba cosas. Un día se puso obediente, le dije que no hay cabaret sin canción y tuve que desatarlo para que cantara. Al final la única solución ha sido petrificarlo. Y aún así. Ni por esas. No se está quieto. Está más vivo que una piedra.
Jorge Picó, director.
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Ver vídeo del programa la Mandrágora