Thomas Ostermeier, la realidad es lo que cuenta

Ostermeier, como todos los grandes, está en búsqueda permanente de lo visceral, de lo espiritual y transcendente. la dirección de su teatro es una experiencia de comunidad y solidaridad.

 

Reseña del Libro
Thomas OSTERMEIER, Gerhard JÖRDER

Ostermeier backstage
Traduit de l’allemand par Laurent Muhleisen et Frank Weigand, 2015, 144 p. ISBN : 978-2-85181-867-6 – 22€

Ostermeier tiene mi edad y más cosas. También tiene a su cargo la dirección artística desde hace 15 años del Teatro la Schaubühne de Berlín. Con una media de 80.000 espectadores al año y un presupuesto de 16 millones de euros (un 25% salen de la taquilla) es un director capaz de ver en el Enemigo del pueblo de Ibsen a Edward Snowden, no duda en vestir a Nora, la protagonista de la obra de Ibsen, de Lara Croft,  y piensa que Hamlet es un niño egocentrico y malcriado o encuentra en Medida por Medida una descripción precisa de la condición humana: querer poner en marcha un sistema perfecto sabiendo que uno mismo (Ángelo) es imperfecto. Es un hombre del 15M con cargo institucional y vocación de servicio público. De él, además de disfrutar de sus magníficas puestas en escena, podemos aprender varias cosas. Aquí os las dejo:

   Eres el fruto del árbol de la formación. Y Ostermeier es una manzana ácida y sabrosa gracias a sus maestros. Sin ellos se anda poco y mal. En su caso la actriz Gertrud Elisabeth, que trabajó con el Berliner Ensemble de Brecht y sus estudios en la Escuela Superior de Arte Dramático “Ernst Busch”. Un equivalente de esta categoría sería nuestro Pepe Estruch, que estuvo con Lorca, pero el exilio se lo llevó a Uruguay. Estudia a Eisenstein y su montaje de las atracciones. A través de otro profesor, Dieter Hoffmeier, estudia a Stanislavski, Tairov, Michael Chejov y Meyerhold. Desde su época de estudiante huye de un teatro seco e intelectual falto de sensualidad y juego lúdico.

   Además del estudio está el laberinto de la tradición. Brecht y sobre todo Peter Stein, quien dirigió en mismo teatro con esplendor. Hacen falta puntos fijos de apoyo para propulsarse, aunque sea para ir contra ellos y diferenciarse. Para eso sirven los referentes.

   Hay dos preguntas posibles en teatro que lo engloban todo: Una es ¿Qué sistema político es el mejor? La otra ¿Qué es el hombre? Ostermeier se queda con la segunda. Y para esto, para hablar del hombre desde el hombre, necesita actores. Parece fácil pero intentadlo y veréis. Hay que dedicar cuerpo y alma a estudiar las relaciones entre individuos. Básicamente, y tristemente, cómo muchas veces nos aprovechamos del otro, cómo pasamos del amor al odio… En su caso se especializa en el universo burgués. ¿Cuál es la situación en la que se encuentra el individuo y cuál es la máscara social que está utilizando en ese momento? En cine John Cassavettes es su referente.

   Para esto el director es un médium, saca petróleo del “almario” del actor. Es un ser preciso que describe con exactitud el corazón de las cosas. Un escalpelo, un diseccionador. Se pega a un tema difícil e intenta penetrar en su esencia junto con sus actores. Que por otro lado trabajan de forma estable junto a él durante todo el año.

   La realidad es lo que cuenta. Y la psicología es el cemento que la sostiene. No una psicología emocional, de interiorización sino la que nace de la observación de la realidad, y esta se expresa mucho menos emocionalmente de lo que pensamos. Así las parejas muchas veces terminan sus relaciones en voz baja y exhaustas y no a gritos como comúnmente nos imaginamos.

   Como consecuencia lo que busca es la imaginación nutrida de realidad. Trabaja con ejercicios, ejercicios de “storytelling” los llama, donde les pide a los actores que hagan acopio de sus propias memorias. ¿Cómo afrontar la muerte inminente de un amigo íntimo? ¿Cómo quedarse con el dinero de alguien? No les pide que inventen, sino que observen, que tomen nota de la realidad. En la mejor tradición de Brecht, uno va tan lejos como sus actores se lo permiten.

   Las mujeres al poder, ya que en la sociedad están relegadas, ninguneadas y malparadas (cuando no las matamos…) que en el escenario brillen y salgan hermosas, inteligentemente políticas. Es una relación erótica la que mantiene con su actrices, fruto de su romanticismo alemán. Seducción mutua, voyeur (director) y exhibicionista (actriz) se encuentran en el ensayo.

   Ostermeier, como todos los grandes, está en búsqueda permanente de lo visceral, de lo espiritual y transcendente. la dirección de su teatro es una experiencia de comunidad y solidaridad. Al principio hizo un intento de horizontalidad, de toma de decisiones conjuntas, de asamblearismo, pero fracasó esta forma de gestionar el teatro porque para esto hacía falta un trabajo personal de cada uno. Como siempre la participación democrática son horas…

   Antes de una experiencia institucional hace falta una experiencia teatral previa fuerte. Sus años vividos en la Baracke du Deutsches, con su gran éxito Shopping and Fucking de Mark Ravenhill Theater le sirvieron para curtirse. Curiosamente fue la dramaturgia inglesa, ligada al Royal Court la que despertó su interés. y sobre todo Sarah Kane. Con el tiempo se fue alejando de ella e Ibsen y Shakespeare se convierten en sus referentes. Y sobre todo equipo, un dramaturgo como Marius Von Mayenburg, entre otros colaboradores, le acompaña en su viaje Schaubühne.

   Básicamente su poética consiste en devolver al teatro la fuerza del conflicto, de la dicción y de la contradicción. En un panorama donde la deconstrucción es frecuente y el apostolado de los “expertos en lo cotidiano” abunda, Ostermeier se dedica a aprehender la realidad a través del teatro, a preguntarse por las condiciones materiales en las que vivimos y a colisionar con su banda de actores sentimientos y emociones con una maestría en sus puestas en escena envidiable.