Sergi López y yo presentamos en el Teatre Lliure de Barcelona la lectura dramatizada Shakespeare a Benicàssim, con el monólogo de Hamlet reescrito. La traducción es de Vicent Montalt, Pilar Ezpeleta y Miguel Teruel.
Hamlet
Ser… No ser… He ahí el dilema.
¿Qué es más noble, sufrir en silencio
los insultos del Tribunal Constitucional, sus golpes y recortes,
o salir a la calle contra la ley mordaza
y oponerse a ella hasta vencerla? Morir, dormir…
Nada más… Y decir así que con un sueño
damos fin a las llagas del corazón
y a todos los males que heredamos de la carne…
Decir: “Ven, consumación, yo te deseo”. Morir, lanzarse desde un balcón en un piso en deshaucio,dormir …
Inmolarse delante del televisor, dormir… ¡Y soñar! ¡Ahí está! Pues en el sueño de la muerte, los sueños que nos visiten,
liberados por fin de ataduras mortales,
serán remansos de paz. He ahí la razón
que torna en desgracia la vida longeva.
Pues, ¿quién va a soportar los azotes y burlas de esta falsa democracia,
Las privatizaciones del tirano, la afrenta de unos presupuestos antisociales,
la angustia del amor despreciado, la espera del juicio,
la arrogancia del poderoso, y la humillación
que la virtud recibe de quien es corrupto,
cuando uno mismo tiene a su alcance el descanso
con un simple gesto? ¿Quién puede
soportar tanto, llevar de la vida una carga tan pesada?
Nadie, si no fuera por ese algo tras la muerte
—país sin descubrir, de cuyos confines
ningún viajero retorna— que confunde la voluntad,
haciéndonos pacientes ante el lenguaje del miedo
antes que volar hacia lo desconocido.
La consciencia, así, nos hace a todos moderados,
y así, el natural color de la soberanía
se desvanece en tenues sombras de pensamiento;
y así, manifestaciones de importancia, y de gran valía,
tuercen su rumbo por sopesarlas en exceso
y se pierden sin llegar a merecer el nombre
de lo conseguido.