Aprender a morir

Morir se está volviendo un auténtico desafío en la época del progreso

¿Qué es una buena muerte? ¿Por qué tenemos esta tendencia a negarla? El médico es el familiar de la muerte. «A los médicos les pedimos que nos curen y que nos alivien pero también les pedimos que sean testigos de nuestra propia muerte», dice John Berger. Pero el aumento espectacular de los avances médicos, a veces llenos de soberbia y ambición, nos está dejando sin “compañeros de la muerte”


Esto, ya lo cantó el poeta Philip Larkin, tiene un coste, una muerte sin mirada ni acompañamiento es un experiencia rebajada. Cada vez cuesta morir más acompañado. La muerte la tememos porque pone fin a nuestras alegrías pero también pone fin al dolor y al sufrimiento. Es un hachazo al tiempo (“El Tiempo es la misericordia de la Eternidad” W.Blake) Sin este hachazo todo sería un tormento eterno. Morir nos morimos una sola vez, pero ¿cuál será nuestra forma? ¿Podremos dejar nuestros propios asuntos en orden, compartir y revivir recuerdos con nuestros seres queridos, perdonar y hacerse perdonar, contribuir a la planificación de nuestro propio funeral?

Si nos toca acompañar a alguien en su tiempo último es importante ser testigos de su relato de vida para aceptar su legitimación y afirmar su valor. Los sentidos se construyen a partir del recuerdo y de la imaginación. Recordemos que la memoria era la madre de las musas, recordar es la fuente de donde manan nuestros pensamientos. Sigue explicando la autora que “tal vez lo que necesitemos sea una versión secular del antiguo rito de escuchar una confesión, imponer una penitencia y conceder la absolución”. Estamos abrazando finales endémicos y al final vamos a tener que ir a casa de los más pobres para ver cómo se hacía aquello de acompañar hasta el final. “Usamos calmantes y aliviamos mucho sufrimiento, pero anestesiamos a las personas para que no sientan la muerte y, por lo tanto no puedan elaborarla” Vale la pena releer Guerra y Paz donde Tolstoi describe la muerte y la agonía en una época previa a la farmacología moderna.

El lento desgaste de nuestro cuerpo es una preparación, la mejor, a la muerte. El cuerpo va fallando pero las esperanzas pueden mantenerse intactas. Vaya regalo. Morir se está volviendo un auténtico desafío en la época del progreso. Los ciclos naturales de la naturaleza chocan con esa línea tonta que apunta hacia no sabemos dónde llamada progreso. Estamos faltos de preparación espiritual, dice otro poeta, porque cómo aliviar sin ellos, Ted Hughes hablando de ese código poético que llevamos dentro cuando hablamos de mitos y de cuentos de hadas “que el organismo es un faro espiritual, y también una fórmula química, nacido tanto para el éxtasis como para la extinción” Un libro imprescindible