Confirmado. Shakespeare puede ser esto y lo otro. No sé mucho más, pero es un buen comienzo para cortarse las manos con el cristal de sus palabras. El jueves estuve viendo el espectáculo del societaire de la Comédie Française, Loïc Corbery, en Ma Scène Nationale du Pays de Montbeliard. Título (Hamlet, à part) Shakespeare et autres… una delicia de inteligencia y un curso de teatro para el espectador. Hamlet puede ser una pantera negra en escena como Adrián Lester en el montaje de Brook, un témpano helado y febril como el Hamlet que actuó Bob Wilson o un estudiante poniendo sus vinilos favoritos en un cuarto imaginario cerca de la Sorbonne como en la propuesta de Corbery, o quizás sea la habitación de su juventud en Aviñón, donde se bañaba en teatro cuando ya de niño acudía al Festival. Puede ser esto y lo otro.
Explica Brook que hay dos formas de llegar al espectador: a través de la belleza o a través del imaginario teatral. “el teatro es el lugar de encuentro entre la imitación y un poder de transformación llamado imaginación, que carece de efecto si se queda en la mente. Tiene que impregnar el cuerpo. De repente cobró sentido una palabra aparentemente abstracta, “encarnación” Hilos de Tiempo, Peter Brook Aquí, Loïc, como en el coro de Enrique V, va creando un pacto con el espectador: yo sugiero, tú imaginas. “Ah, quién tuviera una musa de fuego y con ella ascender a los brillantes cielos de la imaginación” Coro Enrique V.
Un ejemplo: desde su escritorio, con el flexo de estudiante encendido, enseña la portada del diario francés Liberation, donde se anuncia la muerte del gran cómico Coluche. Lo arruga y el papel cobra la forma de una calavera y se lanza al monólogo de «Alas, poor Yorick!» El espectáculo lo creó Corbery sólo, es un Singulis, que es la propuesta que Eric Ruf, administrador general de la Comédie Française, hace a sus actores y actrices para que creen un solo en escena pues “simul et singulis” es el lema de la casa, “singulares en el seno de un colectivo sin dejar de estar al servicio del mismo” Intuí que Loïc Corbery ha disfrutado mucho eligiendo las músicas y jugando las palabras, a veces, montándolas por encima del volumen del tocadiscos. Entra el fantasma del padre y saca de la funda el Thriller de Michael Jackson. Lo material y lo místico en la MA de Montbeliard. “(…) es el fantasma del padre de Hamlet, quien mueve los velos al comienzo de la gran obra, no es una broma, ni es un caballero teatral en armadura, ni tampoco una figura fársica. Es la visualización momentánea de las fuerzas invisibles que dominan la acción y una orden clara que Shakespeare da a los hombres de teatro para que despierten su imaginación y dejen inactiva su racionalidad” El Arte del Teatro E.Gordon Graig. También suena El Padrino de Rota y el actor nos enseña la foto con Brando en la portada del disco: «C’est mon père», nos susurra.
En ningún momento me molestaron música y texto juntos. El de-Dum de-DUM de-DUM de-DUM de-DUM del pentámetro yámbico traducido al francés al compás de la música. A veces esta era el eco de las palabras, otras al revés, e incluso parecía un duo. La dificultad en Shakespeare radica en convertir sacos de palabras tan abstractos y llenos de filosofía en algo material. La música nos recuerda que el lenguaje conceptual solo no basta. Y crea las atmóferas adecuadas para que los fantasmas (“les revenants” en francés) hagan su aparición. Están los muertos de la propia obra y los otros, los que acompañan al actor en este reto: fragmentos de la Máquina-Hamlet de Heiner Müller, viejos casettes con las voces de Patrice Chereau, Gerard Philippe, Sarah Bernhardt (“el teatro deja los personajes más bellos a los hombres”) o Thomas Ostermeier evocando las dificultades y las bondades de montar a Shakespeare. Representación y curso de teatro a la vez, deconstructing Hamlet pero Corbery no olvida el consejo de Brook de que hay que pensar las palabras “no como parte de un texto, sino pensarlas como parte de un ser humano, llevadas por el flujo de los acontecimientos” El actor parte un vinilo en pedazos y se infringe un corte en la muñeca. Suena Supertramp, como si mi difunto hermano Carlos, a quien le encantaba Supertramp, hubiera puesto la aguja del tocadiscos en el tema… Aquí el espectáculo consigue convocar a mis propios muertos. Hamlet se prepara a morir… muerto el padre, muere el hijo, para Vitez la familia era el campo mismo donde se producía la Historia. “Y el resto es…” (y el actor apagó el flexo de Hamlet. “Silencio”, así acaba la frase en Shakespeare) Bravo.