La geometría de las emociones: coros y héroes.

En la Grecia antigua el coro no se componía de actores, sino de ciudadanos varones, elegidos para ese año por el director del coro, el choregus. Representaban a la ciudad, venían del ágora, del foro. Sin embargo, al ser el coro se convertían en las voces de varias generaciones. Cuando hablaban de lo que el público ya había reconocido, eran abuelos. Cuando daban voz a lo que el público sentía pero había sido incapaz de expresar, eran los no nacidos.

John Berger
 
 
 
 
 
 

Según Jacques Lecoq el coro, aunque esté formado por individuos, es un cuerpo y se mueve orgánicamente como un ser vivo. Hay un vínculo, humano e invisible que lo une y lo aleja del simple grupo. Requiere el nivel de tensión dramática que hace falta para actuar con una máscara. Su tarea es constatar, preveer, reflexionar sobre las acciones del héroe. Siempre en reacción en el escenario es pues un comentario, un punto de vista que se mueve a su alrededor y le da perspectiva y relieve. Deliberación humana en estado puro. Una especie de conciencia con textura de eco. Una nota sostenida en y por el aire. Puede adoptar diferentes identidades y está más cerca del poliedro, con sus diferentes caras, que de cualquier otra figura geométrica. En la antigua grecia el coro era una especie de prolongación espacial entre el público y la obra, así la obra irradiaba hacia el espectador y éste, en un movimiento inverso se zambullía en la palabra dramática.