Panorama desde el Puente. ¿Por qué el título? A primera vista porque la obra se desarrolla en los suburbios portuarios de Nueva York dominado por el puente de Brooklyn. Pero hay más, mucho más. Ivo Van Hove explica en el programa de mano del Odeon que ver Red Hook, el barrio donde vive Eddie el protagonista, visto desde el puente es como bucear en una realidad social muy dura que el resto de la ciudad ignora. Es mirar de arriba abajo.
De Miller me impresiona que escondiera a su segundo hijo afectado por síndrome de Down en una institución pública. Algún crítico ha hecho coincidir este hecho con un bajón en su obra dramática, pues todas sus grandes obras son anteriores a esta decisión. Digamos que las gafas del dolor las aparcó y este acto cegó, seguramente de forma involuntaria, su mirada compasiva desde el puente y su escritura acabó resintiéndose. Pero antes nos dejó esta tragedia contemporánea. Hay un personaje que me conmovió especialmente, el del abogado Alfieri, porque Van Hove consigue que su mirada no sea desde arriba del puente sino que se implica emocionalmente.
Contrariamente a lo que el crítico español Marcos Ordoñez ve en él: (“Quizá, para curarse en salud, Miller inventó la figura un tanto innecesaria de Alfieri, el abogado que narra la historia, el raissoneur de la tragedia, encarnando el abismo entre ley ‘escrita’ y ley ‘natural’) La misión del raissoneur en el drama clásico, Peter Szondi lo explica muy bien, es formar parte de la sociedad para volverla completamente transparente. Aquí Van Hove muscula al personaje, hace que comprenda en interior de Eddie sus experiencias y emociones. Porque este es el gran hallazgo de Miller, a Eddie le cuesta expresarse, es como un saco de boxeo golpeado y sin adjetivos y de fraseo corto.
Van Hove los ve como hermanos, como en las grandes tragedias griegas. Su último parlamento es muy enigmático y lleno de belleza y en él asume su amor por Eddie que muere privado del derecho a hablar, de identidad por violar una ley en la que cree, es un héroe trágico porque no sabe qué hacer con lo abstracto, la ley, y casi no tiene palabras para curar su mal de amor por su sobrina. Gracias Van Hove.